
Un Brexit lejos de sus Grandes Esperanzas

Comienza octubre, y con él la fecha definitiva del Brexit está cada vez más cerca. Desde su desencadenante a principios de 2016 de la mano del referéndum convocado por Cameron (Primer Ministro británico, 2010-2016), el Brexit ha sido uno de los trending topics de Europa, marcando la agenda política, tanto de la Unión Europea como del gobierno británico, y dejándonos con innumerables escenarios, al cual más incierto. Pero, a pesar de sus incesantes idas y venidas y negociaciones fallidas, no ha sido hasta estos últimos meses de 2019 que las conversaciones se han elevado en tono y hostilidad, sobretodo de parte del gobierno de Reino Unido. Desde la dimisión de la ex-primera ministra británica, Theresa May, el pasado mes de junio, la llegada de Boris Johnson al foco de la política británica como líder del gobierno ha convertido el Brexit en todo un desfile de extravagancia política.
El último siendo el intento de suspensión del Parlamento británico en septiembre con el fin de evitar el debate de su plan de Brexit en la Cámara de los Comunes. Esto ha puesto en juego todo el esquema político y judicial del gobierno, con la intervención final del Tribunal Supremo británico declarando ilegales las medidas del primer ministro. La sesión parlamentaria se ha reanudado, pero de momento nadie ha comentado en un posible debate sobre el plan de salida, e incluso hay quienes auguran el castigo de los parlamentarios que han protestado en contra del decreto de Johnson. De igual manera, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se ha posicionado ante la ruptura de Reino Unido con la Unión Europea, afirmando que Boris Johnson es sin duda “el hombre adecuado para llevarlo acabo”. Trump también ha sido el único en andar con paso decisivo sobre la cuestión del Brexit en la pasada cumbre del G7 este mes de agosto en Biarritz (Francia), asegurando un “acuerdo comercial rápido” con el país británico una vez se haya producido su salida de la UE.
Por el contrario, los conflictos de comercio internacional entre Gran Bretaña y el resto de países europeos no hacen más que aumentar, especialmente con sus vecinos más cercanos: Irlanda y Escocia, quienes prometen fuertes represalias en caso de un Brexit sin acuerdo. Mientras tanto, los delegados de la Comisión Europea se enfrentan a varios intentos de acuerdo fallido con el gobierno británico, que echan por tierra cualquier avance no sólo en temas comerciales, sino también en movilidad internacional, derechos (o no) europeos para los ciudadanos británicos, etc. Y es que, ante semejante incertidumbre internacional, ¿qué puede esperar Reino Unido del Brexit duro? ¿De qué manera repercutirá esta decisión en sus propios ciudadanos? ¿Y para España?

En el caso de un Brexit duro, que tendría lugar en caso de que Gran Bretaña y la Unión Europea no llegasen a un acuerdo de aquí al 31 de octubre, se abrirían varios escenarios. Por un lado, todos los tratados actualmente vigentes entre Reino Unido y la EU quedarían anulados a fecha del 1 de noviembre, dejando al país inglés en un completo aislamiento internacional. Como consecuencia y problema más agravante, los ciudadanos británicos residentes en otros países europeos pasarían a ser miembros de un “tercer país” perdiendo por completo cualquier facilidad de movilidad internacional y residencia en países europeos, y se verían obligados a elegir entre una residencia permanente en el extranjero o en el Reino Unido. Esto también tendría su efecto en el sistema de atención médica europea, al cual perderían acceso. De igual manera, el Brexit también alteraría las condiciones de validez de pasaportes y visados, vuelo con mascotas, e incluso las licencias para conducir fuera de Gran Bretaña. Todo quedaría en manos de nuevas normativas internacionales del gobierno británico y de nuevos tratados internacionales; todos ellos pendientes de creación. El nuevo embajador de Reino Unido en España, Hugh Elliot, se ha pronunciado en una entrevista a la cadena Cope este 3 de octubre, afirmando que el principal trabajo es salvaguardar los derechos de todos los ciudadanos británicos fuera de Reino Unido, se produzca un Brexit duro o no. Hay que tener en cuenta que más de 18 millones de británicos visitan España cada año, y unos 300.000 residen en él de forma permanente.
Por otro lado, las interacciones del gobierno de Johnson con Irlanda y Escocia se tornan cada vez mas duras y hostiles. El conflicto que presenta la frontera entre Irlanda del Norte (perteneciente a Reino Unido) y la República de Irlanda ha hecho que la cuestión comercial sea la primera en abordarse en el intento de un Brexit con acuerdo. Todas las partes descartan la creación de una frontera “dura” o física entre ambas Irlandas debido a la historia pasada de tensiones y años violencia. Pero, aún así, resulta inevitable el establecimiento de aranceles comerciales y mayores controles de paso para los ciudadanos. Esto ha generado varias oleadas de protestas por parte de los irlandeses y algunos británicos ante la falta de acuerdo con el gobierno de Boris Johnson, ya que estas medidas alterarían severamente el ritmo de vida de muchos que se ven obligados a cruzar la frontera diariamente; por no hablar de los efectos en la economía británica . A ello se le suma la situación de Escocia, cuyos habitantes ya se mostraron a favor de permanecer en la UE durante la votación del último referéndum la pasada primavera.

Más aún, el escenario de un Brexit duro o la negativa del gobierno de ampliar el plazo en caso de no llegar a acuerdo podrían desembocar en la renuncia, destitución, voto de no confianza o una moción de censura de Boris Johnson como Primer Ministro de Reino Unido. Hay quienes tampoco descartan la realización de un juicio político o impeachment por la actuación fraudulenta de Johnson hacia el sistema legislativo británico. Aunque es un escenario altamente improbable, cabe destacar que ningún Primer Ministro británico ha sido sometido a un juicio político desde el siglo XIX.
Todo esto sucedería, de nuevo, dentro del paraguas de un Brexit duro y sin intención de acuerdo. Sin embargo, en el caso de que llegase la fecha de salida y no se quisiera llevar a cabo una ruptura sin acuerdo, la Unión Europea ha publicado en su última resolución de este mes de septiembre la posibilidad de un nuevo plazo de ampliación y negociación con el Reino Unido. En ella, la Unión establece que de no haber alcanzado un acuerdo para el 19 de octubre, el proceso sería susceptible a una ampliación de hasta dos años bajo las condiciones de nuevas elecciones generales, referéndum o falta de acuerdo entre las partes. En esta resolución, la Unión Europea también presenta una serie de condiciones que llevarían a Gran Bretaña a nuevas negociaciones sobre el mantenimiento de la salvaguarda en el caso de fronteras comerciales con Irlanda, la protección del comercio interno de la UE en un período de transición con posibilidad de un Acuerdo Financiero Único, y la garantía de los derechos de los ciudadanos británicos que se encuentran fuera de Reino Unido. Ante todo, la Unión Europea ha afirmado que hasta la finalización del Brexit, los ciudadanos y parlamentarios británicos continuarán gozando de todos sus derechos europeos como hasta ahora.

En caso de una salida pactada, la Unión Europea propone un período de transición hasta diciembre de 2020 con posibilidad de prórroga para la adaptación de Reino Unido en su nueva situación política y de convivencia con Europa. De momento el gobierno británico no se ha pronunciado sobre la posibilidad de este acuerdo y Boris Johnson continúa avanzando sin dejar claro cuál es su plan A, y haciendo caso omiso a cualquier plan B.